Entrega de condecoraciones Cruz Roja 2025, presidida por Su Majestad la Reina Doña Letizia

A. Vivaldi (1678—1741) – Largo del Concerto per Flautino, RV 443

A. Vivaldi (1678—1741) – 1º movimiento de L’Inverno, RV 297

(Le quattro stagioni, Il cimento dell’armonia e dell’inventione, op. 8)

J. S. Bach (1685—1750) – Polonaise, Menuet y Badinerie de la Suite en si menor, BWV 1067

Por desgracia, las guerras han sido y siguen siendo una constante en la historia de la humanidad. Pero intrínsecamente ligados a ellas, impasibles ante la línea del tiempo, afloran y resisten los valores solidarios y la ayuda humanitaria.

Venecia, último tercio del siglo XVII: al igual que otros ospedali (hospitales) venecianos, la Pietà se estableció como hotel para los cruzados. Cuando las Cruzadas terminan se transforma poco a poco en institución de caridad para huérfanos y niñas abandonadas. Todos estos ospedali son financiados con fondos proporcionados por la República que, a pesar de todo, resultan insuficientes. Una de la estrategias de la Pietà será emplear a grandes maestros para proporcionar un alto nivel de excelencia musical y atraer al público. Antonio Vivaldi es un joven de veinticinco años cuando comienza a trabajar en el Ospedale. Durante los siguientes treinta años compondrá allí, formando musicalmente a los niños más talentosos, la mayor parte de sus grandes obras.

No sólo las guerras, sino también los desastres naturales continúan situándonos en escenarios de gran dolor y necesidad y, a menudo, de condiciones climáticas muy adversas. Antonio Vivaldi, que había sobrevivido a un terremoto el mismísimo día de su nacimiento, publica años más tarde (en 1725) su Op. 8,  Il cimento dell’armonia e dell’inventione. Entre sus páginas se encuentran las archiconocidas “Cuatro estaciones”, con las que il prete rosso describe la belleza de la naturaleza, pero también la languidez de los cuerpos bajo los efectos del calor, o el sufrimiento y la lucha contra el rigor del frío extremo.

La invasión de Polonia por parte de Alemania en 1939 supone el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Con la Polonaise de Johann Sebastian Bach nos trasladamos dos siglos atrás, a otra región europea y a una época de grandes contrastes sociales. El pueblo alemán conocía bien lo sucedido en el siglo anterior: las consecuencias de la guerra, el saqueo de las ciudades y la pandemia de la peste negra. Continuaba la pobreza de las clases bajas y la alta tasa de mortalidad infantil (recordemos que de los veinte hijos que tuvo Johann Sebastian, únicamente nueve llegaron a la edad adulta). La Thomasschule de Leipzig, con su tradición musical y su misión social hace de la ciudad la capital luterana de la Alemania central:  allí Bach, el maestro cantor, instruye a un nutrido grupo de niños desfavorecidos acogidos por el centro. Los ciudadanos adinerados empiezan a otorgar donaciones y legados a los muchachos talentosos, lo que permite a algunos de estos niños tener un digno futuro profesional e incluso la esperanza de acceder a círculos bien posicionados.